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La crisis de los contenedores y su impacto en la economía

Editorial por Darío Regalado Pineda

Veintidós meses después de que la pandemia de coronavirus afectara las cadenas logísticas del comercio mundial, el transporte marítimo enfrenta un verdadero caos. Esto se debería causas como las restricciones por la pandemia e interrupciones en la fluidez del tráfico marítimo, por condiciones atmosféricas, por brotes de covid o acontecimientos imprevistos como el atasco en el Canal de Suez en marzo.

También, esta situación se ha visto reforzada por la falta de mano de obra para las operaciones de carga y descarga -algunos estibadores están enfermos-.

La llamada “crisis de los contenedores” ha generado que precios del transporte marítimo alcance un pico máximo. El índice Freightos Baltic, la referencia en las principales rutas marítimas, se triplicó con creces en un año, hasta casi 7.000 dólares para un viaje de China hacia la costa oeste de Estados Unidos. El viaje a Europa supera los 10.000 dólares, frente a apenas 1.600 el año pasado en la misma fecha y a Ecuador puede llegar a costar 16.000, un valor antes no imaginado.

El inicio de la ola de covid-19, que tuvo como primera consecuencia la parálisis casi completa del transporte marítimo mundial, no auguraba nada bueno. Sin embargo, el consumo de los estadounidenses y los europeos hizo que trasladaran a los bienes materiales –importados de Asia por contenedores– el dinero que los confinamientos les impedían gastar en restaurantes, en el teatro o en vacaciones.

A estas alturas, el comercio mundial ya ha repuntado con fuerza y debería seguir creciendo este año.

Según un estudio de Euler Hermes, la reactivación económica ha impulsado el aumento del coste de las importaciones, en particular del transporte marítimo.

Para el conjunto del año, el comercio internacional debería crecer un 7,7 % en volumen y 15,9 % en valor, después de haber caído respectivamente 8 % y 9,9 % el año pasado.

“La reapertura de las economías de Europa y Estados Unidos está provocando un fuerte aumento de las importaciones procedentes de Asia para estas dos regiones”, explica el estudio.

Además del aumento de la demanda, las empresas necesitan reponer sus existencias, que se agotaron en gran medida el año pasado, cuando el comercio quedó prácticamente paralizado por la pandemia.

En consecuencia, el transporte de mercancías, y en particular el marítimo, tiene dificultades para satisfacer las necesidades, lo que provoca una escasez de contenedores y un aumento de los costes de transporte.

–    ¿Cómo nos afecta? –

El exceso de demanda de nuevos contenedores creció por la insuficiencia de contenedores vacíos en los países asiáticos. Como consecuencia, los precios subieron.

El resultado ha sido un significativo retraso en los embarques y en las entregas, pero también de los costos de los fletes marítimos. La escasez de contenedores llevó a aumentar los pedidos de contenedores del resto de las regiones del mundo.

El fenómeno impacta a todo el comercio mundial. Sus efectos aparentemente persistirán por varios meses, ya que el desbalance de oferta y demanda de contenedores, buques y espacio disponible en puertos lleva más de un año sin cambios.

El resultado de esta crisis podría ser la escasez de productos para los países en vía de desarrollo que carecen de oferta por la baja producción nacional. Artículos tan variados como muebles, electrónicos, autos, electrodomésticos, medicamentos, alimentos y bebidas, acero, y otros podrían enfrentar una inevitable subida de precios.

Las demoras en las entregas han llevado a recomendar a hacer anticipadamente las compras y pedidos de artículos y regalos de la temporada navideña, anticipando escasez de oferta, retrasos y el aumento de precios.

En todo caso, lo cierto es que el servicio de transporte marítimo responde de manera directa a los cambios en la demanda y depende, entonces, de los gustos y reacciones de los consumidores, lo cual hace que sus tarifas sean extremadamente volátiles mientras logran ajustarse a las nuevas circunstancias. Los especialistas estiman que ahora el ajuste ocurrirá en el primer semestre del año entrante, con algunas correcciones duraderas como consecuencia de una posible tendencia hacia una mayor regionalización del comercio. Mientras tanto, no queda más que atenuar el golpe.

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